Problemas de nuestra época
Crónica argelina
Albert Camus había llegado a producir en la plenitud de su vida una obra que cierra con espléndida madurez el ciclo evolutivo de su postura intelectual. La concesión del Premio Nobel en 1957 acabó de atraer hacia él la atención de todo el mundo. A partir de ese momento, millones de espíritus inquietos, particularmente entre las generaciones jóvenes, se prepararon para escuchar de nuevo su voz en cada grave coyuntura del veloz devenir de nuestro tiempo. Y esa voz se ha extinguido para siempre. Ello hace doloroso y difícil reseñar en unas breves líneas el rastro meteórico de su fugaz e intensa existencia. Nació en Mendovi, Argelia, el 7 de noviembre de 1913, en un sencillo hogar de obreros agrícolas. Su madre era de ascendencia española; su padre, francés, murió durante la primera guerra mundial. Luchó duramente con la existencia en sus primeros tiempos, estudió filosofía, tomó parte activa en la Resistencia, aplicó luego a una tarea de editorialista político el mismo vigor e idéntica exigencia que a sus obras personales, y la publicación en 1942 de su primera novela le conquistó ya una gran notoriedad. En todas sus páginas se revela una intensa preocupación por las cuestiones permanentes del hombre, pero no visto de modo abstracto, sino en relación con los problemas de nuestro tiempo. Dejando así atrás el nihilismo, superando el absurdo, Albert Camus entona siempre un canto de esperanza a la vida. La Editorial Losada ha publicado las siguientes obras suyas: El malentendido, Calígula, El estado de sitio y Los justos, en un volumen de Teatro. Está en preparación su adaptación teatral de la novela de Dostoievsky Los poseídos. En "Grandes novelistas de nuestra época”, La caída y El exilio y el reino. Y en “Cristal del tiempo”, El mito de Sísifo y El hombre rebelde, El revés y el derecho y, ahora, esta nueva obra por él subtitulada "Crónica argelina”, en la que se reúnen diversos trabajos que constituyen una documentada exposición de los problemas de Argelia al par que un concreto esquema de su personal actitud, valerosamente trazada desde un prólogo tan denso de ideas que llega a desbordar el tema tratado para sugerir planteamientos de alcance universal. Tan completo consideró Albert Camus el libro, que al concluir su prólogo llegó a escribir: Este es mi testimonio y nada agregaré a él. Palabras que estremecen ahora, reciente todavía la noticia de su trágica muerte en un accidente de automóvil, el 4 de enero dé este año de 1960,