Fe y filosofía
Problemas del lenguaje religioso
En testimonio de reconocimiento a la solicitud de mis amigos argentinos, que han querido reunir los más importantes de mis ensayos de hermenéutica bíblica por primera vez, me propongo precisar las relaciones que percibo entre la hermenéutica filosófica de mis principales obras y lo que acabo de llamar hermenéutica bíblica. Hablar en los dos casos de hermenéutica es tener la interpretación por el camino común a los dos emprendimientos. Por interpretación entiendo el desarrollo sentido y reflejo de la comprensión espontánea que tenemos de nosotros mismos en nuestra relación con el mundo y los otros seres humanos. Lo que la interpretación agrega a la comprensión consiste en los largos rodeos por las objetivaciones que constituyen el mundo de los signos, de los símbolos, de las obras orales y escritas, sin las cuales la comprensión permanecería oscura y confusa y no se distinguiría del sentimiento.
Es perfectamente inútil oponer Jerusalén a Atenas. Es por ello que la inteligencia de la fe, de la que no se ha cesado de hacer cuestión en este epílogo, no puede no integrar los instrumentos reflexivos e intelectuales que debe a esta cultura de origen griego. En este sentido, es en su mismo seno que una fe pensante debe continuar el diálogo de la representación y el concepto. Así somos reconducidos al punto de partida de esta meditación, a saber, el carácter hermenéutico común a la fe bíblica y a la filosofía.