Una novela que comienza
Única novela publicada en vida del autor, diseña en las huellas de las «formas malas» realistas, los atisbos de los modos «buenos» -utópicos, desrealizadores-, reúne los estadios de una escritura que, por momentos, se acerca irónicamente a la autobiografía, por otros, indaga, reflexiona y argumenta, en los límites del ensayo. A veces, nos subyuga con iluminaciones poéticas y especulaciones filosóficas; otras, dibuja el folletín romántico del amor no correspondido.
Si uno tratara de buscar una analogía para explicar la forma escurridiza del libro, podría pensar en una música sin melodía que muestra estadios escandidos cuyos significados no remiten los unos a los otros sino que fluyen en pos de un sentido siempre evanescente: el sentido de la inexistencia en la vida. Novela y música son las dos figuras a las que el propio autor recurre en el final del libro para explicar las tradicionales labores melódicas a las que el verdadero arte debe oponerse.
Es evidente que Macedonio entra en el debate tradicional sobre lo novelesco entendido como tensión nunca resuelta entre el arte y la vida, entre la forma y la experiencia, entre la verdad y la ficción.