Charlas inéditas
Durante dos años aparecieron periódicamente las colaboracianes de Mansilla en Sud-América, diario porteño de corta pero interesante existencia. El trasplante de la charla al terreno literario determina un estilo caracterizado por la expresión llana, el ritmo pausado, con quiebras constantes, y la ramificación de la frase y del concepto. La ampulosidad romántica, ya en bancarrota, disgustaba a Mansilla al igual que el naturalismo de moda; el rechazo del pasado y del presente deriva en la manera transicional, hecha de persistencias y novedades, que se advierte en las Causeries y es típica de la literatura argentina del 80.
El escritor debe salvar la carencia de los expedientes de que se vale la narración oral -"la voz, el gesto, la acción, eso que el orador antiguo llamaba quasi sermo corporis" y trata de suplirlos con pausas, guiones, paréntesis. El que habla invoca repetidamente el precepto de Castiglione, scrivase come si parla. Siguiéndolo, su literatura registra un rasgo conversacional característicamente suyo: las interminables digresiones tan famosas como él mismo, todo cabe en ella una reflexión, un recuerdo, un cuento, un diálogo con el secretario o bien otra u otras digresiones, hasta enredar un verdadero "sistema de digresiones" como alguna vez lo definió. Sirven eficazmente para entretener al lector y amenizar una narración cualquiera, por sí sola insustancial.