Los Borgia

He aquí, en vivida imagen, todo el esplendor del Renacimiento, de esa época, todavía hay objeto de polémica, en que, estimulada por un apasionado redescubrimiento de la antigüedad clásica, surge una nueva concepción de lo humano. Mas los tiempos son a tal punto contradictorios que, no pocas veces, en este escenario de violencias y pasiones desatadas, de refinamiento sin precedentes del espíritu y los placeres, las nuevas y las viejas concepciones se confunden y amalgaman.

Los Borgia ocupan un sitio de gran importancia por su influencia sobre los asuntos religiosos y seculares de este complejo y agitado período. Papas y santos, guerreros o políticos, protectores de las bellas artes, hábiles intrigantes, ardientes predicadores de la fe, todos ellos gigantes de los sentimientos, de la creencia o de la acción. Bajo el techo de esta familia de mujeres y varones vigorosos tienen lugar nobles manifestaciones del espíritu humano. Miguel Angel, Perugino, Pinturicchio, Luca Signorelli, Ticiano y Bramante crean algunas de sus mejores obras por mandato y al amparo de los Borgia. Y Lucrecia, la mujer que encarna la perfidia y la crueldad en la mitología popular, es, a la vez, madre admirable, fundadora de hospitales y conventos.

Ni apología ni diatriba, basada sobre una nutrida documentación, la obra de Lucas-Dubreton ofrece una explicación objetiva, rigurosamente histórica, de cada uno de los Borgia y de los hechos que protagonizaron. Al analizar el origen, la ascensión, el cenit y la decadencia de esta familia singular refleja al mismo tiempo los acontecimientos del Renacimiento, puesto que unos y otros se hallan indisolublemente ligados, y destruye muchos de los mitos erigidos en torno de quienes han pasado a ser símbolo de uno de los más ricos períodos de la civilización.