Viaje a la luna

Queda en el aire cómo podría haber funcionado Viaje a la luna como película, de haberse producido en la época en que se escribió. Otra cuestión distinta es cómo funcionará si se llega a rodar ahora. El guión es un texto difícil, transgresor hasta el punto de dejar al es pectador con poco a que agarrarse, enfrentado a una obra agresiva y desconcertante. Lleva la tensión expresiva entre cine y poesía hasta el límite de lo posible, hasta entrar de lleno en lo imposible. Pero por ello mismo evidencia de manera ejemplar esa tensión. Su uso del dibujo dentro del cine, de la representación dentro de la representación, es una ilustración de lo que es capaz el cine como arte, cuando se distancia de sí mismo para ponerse en cuestión. Como esa luna sobre la que se proyectan, metafóricamente, las demás imágenes, duplicando la pantalla sobre la que ella misma habría de proyectarse. Tal como está, a medio camino entre la poesía y el cine, entre el papel y la pantalla, en tierra de nadie, es desde donde Viaje a la luna nos ofrece un espacio de reflexión más sugerente.