Vigilia del almirante
Con una tripulación de mala muerte -andaluces charlatanes, lugartenientes codiciosos, presidiarios sin otra suerte que su deseo-, el Almirante parte del Puerto de Palos y llega... a estas páginas. Como los altos momentos de la vida, este libro ilumina el pasado de las memorias, el presente del descubrimiento y el futuro de las profecías. Como en los altos momentos de la vida, lo imposible no existe: la geografía adquiere los contornos de un cuerpo anhelante, audaz, los vientos hablan, los marinos se dirigen al mito amenazados por la sombra del precursor y el relato discurre con un ritmo que parece sobrenatural. Cipango y las Once Mil Vírgenes, el Caballero de la Triste Figura y la Reina Alférez del Ajedrez, los Reyes Católicos y la Gramática de Nebrija, Comala y unos versos de Vallejo convergen: Europa y América encuentran en las voces de Vigilia del Almirante la plenitud asombrosa de su delirio.
Ajena a todas las trampas, esta obra de Roa Bastos rechaza la vocación fácil del narrador acreditado aplomo suficiente del profesional de los hechos o el altisonante azoro del explotador de prodigios-, funde las experiencias del que vive la aventura y del que la escribe y sólo se deja definir en las palabras de su autor: "Este es un relato de ficción impura, o mixta, oscilante entre la realidad de la fábula y la fábula de la historia. Su visión y cosmovisión son las de un mestizo de 'dos mundos', de dos historias que se contradicen y se niegan. Es por lo tanto una obra heterodoxa, ahistórica, acaso antihistórica, antimaniquea, lejos de la parodia y el pastiche, del anatema y la hagiografía",