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Benito Cereno / Billy Bud, marinero / Bartleby, el escribiente

Traducción: Julián del Río
Traducción: Jorge Luis Borges
Editorial: Hyspamerica
Año: 1985
Páginas: 278
ISBN: 84-85471-51-2
Género: Novela
Disponible
$8000
Leído

Apenas valorada en el momento de su publicación y olvidada prácticamente después de su muerte, la obra de Herman Melville (1819-1891) ha ido ocupando lentamente y sin ruido en el privilegiado lugar que le corresponde en la historia de la literatura.

Ambientada en el mar, como gran parte de su obra, Benito Cereno, novela breve publicada por entregas en 1855, es una historia que bordea el género de misterio y, por momentos, el de terror. El hallazgo por parte del capitán Amasa Delano de un buque guiado por una tripulación de extraño comportamiento y el medido descubrimiento de aquello que late bajo la inquietante atmósfera que lo rodea hacen de esta obra una de las más logradas y singulares del autor.

El manuscrito de Billy Budd, marinero, compuesto alrededor de 1885, no fue descubierto hasta 1919 y publicado hasta 1924. Contribuyó a la revalorización de Herman Melville, hasta entonces bastante olvidado. De esta nouvelle magistral que gira en torno al mal, la ley y la justicia se han hecho adaptaciones teatrales, una ópera de Benjamin Britten con libreto de E. M. Forster y Eric Crozier y una memorable película dirigida por Peter Ustinov.

Bartleby, el escribiente, es una pequeña obra maestra de Herman Melville, publicada en el libro The Piazza Tales en el año 1856. Considerada por Borges como una prefiguración del universo kafkiano, en este relato Melville incursiona en el misterio del alma humana a través de un personaje inolvidable, el joven escribiente que el narrador contrata y que de a poco se va convirtiendo en una obsesión para él. Preferiría no hacerlo, dice Bartleby, impasible, antes los diferentes pedidos de su jefe, ensimismándose en rincones cada vez más precarios. Terco, melancólico y rebelde a su extraña y pasiva manera, Bartleby es el antihéroe que inicia la literatura del siglo XX. El pálido misterio de su existencia encarna la perplejidad del hombre moderno, esa que en el devenir cotidiano preferimos no mirar.