Los premios
Los pasajeros que se embarcan en el Malcolm para un crucero de placer se ven envueltos en un misterio que tiene tanto de alegórico como de disparate colosal. La ilusión de un corte con la vida anterior, propia de los viajes, incita a este grupo de hombres y mujeres a lanzarse a la exploración del enigma y al conocimiento mutuo. Y lo hacen con el aplicado entusiasmo de un juego, con la libertad y el riesgo que sólo Cortázar sabe concederle a sus personajes.
Múltiples y variadas han sido las interpretaciones que la crítica ha propuesto sobre esta novela. Todas ellas, por su diversidad y distancia entre sí, constituyen una prueba fehaciente del extraordinario potencial semántico del texto. Desde sus primeras líneas, Los premios se presenta como una prospección de la dimensión verbal de su universo ficticio, de la pluralidad de modos de expresión de los personajes. Los capítulos se van acumulando como astillas del texto, fragmentos que constituyen el archipiélago de voces de Los premios, a las que el narrador va dando sin cesar la palabra de su discurso mental o hablado. Una novela inolvidable.