En cualquier lado
Diodora, uno de los personajes de En cualquier lado, busca la pócima justa, hecha de una combinación de venenos, que le dé el antídoto contra todos los venenos; y esa búsqueda alucinógena desencadena la novela. Tal vez no, tal vez tenga otros desencadenantes. “¿Qué te pasa?”, “¿Así vestido?”, “¿No te animás?”, “¿Qué era eso?”, “¿Por dónde voy?”, “¿Cómo cambiar de vida?” son algunas de las muchas preguntas que se hacen los personajes. Las respuestas que puede dar la literatura están vinculadas al oficio de novelar. Estar, hacer una cosa, tener un objetivo, saber, tener otras vidas, sugiere esta novela, es igual a imaginar cada cosa del mundo, a inventarlas con gracia y detalle. En todas las páginas de En cualquier lado hay una invención, pero la trama es rigurosa y se atiene al dictado de una voz en la que todas las cosas –los venenos, las batallas, los ejércitos, las marchas, los partidos de fútbol, los amores– van en busca del sentido. Pero el sentido se escapa una y otra vez, sólo queda narrar, y en ese proceso nos deja el veneno contra todos los venenos: una perfecta novela.