Todos los fuegos el fuego

Relatos que abrieron una perspectiva asombrosa y única en el ámbito de la literatura fantástica ("La autopista del sur", "La isla a mediodía", "El otro cielo") y en el de la exploración del alma ("La señorita Cora", "La salud de los enfermos"). Pocas obras como las de Julio Cortázar han logrado crear universos a tal punto desasosegantes y hondamente conmovedores. Su misterio es inexplicable, pero tal vez persuade con la convicción de la realidad más inmediata. Alejados de las alegorías que pretenden iluminar el mundo y a la vez apartados de los juegos meramente escapistas, los relatos fantásticos de Cortázar nombran lo innombrable: la certeza de participar en acontecimientos y experiencias que todo lector reconoce con la intuición de lo ya vivido, aunque el vivir habitual jamás se los depare. Tiempos y espacios remotos entre sí que se desdoblan, se superponen; clausuras que se abren y barreras que se desmoronan; aislamientos en que la voz del otro y de lo otro resuena sin cesar. Duplicaciones fascinantes, iridiscencia de proyecciones insospechadas; universos que no se dejan atrapar por las dicotomías tiránicas del razonamiento y los delirios de la alucinación.