Octaedro

¿De dónde surge el estremecimiento que provocan estos ocho relatos de Julio Cortázar? Quizá de la revelación de que eso que hemos reducido a una mera costumbre, eso que apresuradamente (tal vez desdeñosamente) llamamos "realidad" no se limita al inventario de los hechos que el vivir cotidiano juzge "posibles" ni a las tajantes dicotomias (bien-mal, verdad-mentira, bondad-crueldad) según las cuales nos empeñamos en conducirnos. En estas narraciones, la realidad así concebida estalla de pronto, se abre en infinitas grietas por donde la invade "lo otro", una dimensión nueva que se instala en nosotros, poderosamente persuasiva.

Todos estos relatos nos proponen el vivir como un enigma y nos instan a investigarlo, pero no nos regalan ninguna respuesta. Sólo esta comprobación: la realidad es el enigma que nos negamos a admitir, pero que surge inesperado tras los vidrios de una ventana, durante un viaje en subterráneo, en un lecho al que se acerca la muerte. El enigma que somos y hemos sido desde siempre.